Un Rey que buscaba una simple sonrisa
- José Luis García
- 22 ene
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 28 ene

En un lugar muy lejano, vivía un rey la mar de serio que tenía una hija muy guapa, llamada Sonia. Un día, al rey se le ocurrió que haría correr la voz de que el chico que consiguiese hacerle reír se podría casar con ella, en cambio si no lo conseguían estarían obligados a hacer trabajos forzados durante un largo periodo.
La noticia corrió como la pólvora, todo el mundo intentaba ir a sacarle una sonrisa al rey, pero nadie lo conseguía. Viajaban hombres de todas partes del mundo, desde cómicos y personas nobles del otro lado del continente, hasta médicos y personajes reconocidos.
En este reinado se encontraba un joven que había nacido con malformaciones en su cuerpo y cuando le llegó la noticia les comunicó a sus padres que él también quería intentarlo. Sus padres no estaban muy convencidos, porque pensaron que con su aspecto el rey nunca sonreiría y se verían obligados a hacer trabajos forzados para él y toda la familia real, sin embargo, el joven no les hizo caso, se puso sus peores vestimentas y se marchó hasta donde se encontraba ese rey.
Cuando lo vio pasar el rey dijo:
- “¿qué quieres?”
y el joven le contestó: -“quiero casarme con su hija”.
Cuando el rey lo escuchó decir eso, pensó que con el aspecto que tenía no podría casarse con ella y, de repente, ocurrió lo menos esperado, al rey se le escapó una sonora carcajada. Por todo esto, no le quedó más remedio que entregarle la mano de su hija al joven que había conseguido hacerle reír.
El chico, que era un hombre muy honesto, se negó a casarse con la joven, pues no le parecía justo casarse con ella después de que su padre le dijera que con sus vestimentas y sus malformaciones no podría aspirar a casarse con alguien como Sonia. El rey decidió entonces darle una recompensa, y le entregó una gran cantidad monedas de oro y joyas muy valiosas.
Cuando el joven regresó a su casa, los padres le dijeron:
- “¿Por qué no te has casado con ella?”
y él les contestó: “yo solo quería demostrar que podría sacarle una sonrisa al rey. Además, en recompensa me ha entregado dinero y joyas”.
Cuando los padres vieron el regalo se pusieron muy contentos y se sintieron orgullosos de su hijo, convencidos de que había hecho lo adecuado.
REFLEXIÓN:
“No por ser diferente una persona tiene que ser rechazada”
FIN
Comentarios