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El chico del convento

  • Foto del escritor: José Luis García
    José Luis García
  • 6 may
  • 2 Min. de lectura


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Era un día frío de invierno y un joven matrimonio se dispuso a realizar la acción que llevaban semanas pensando. Ambos provenían de familia pobre, se casaron muy jóvenes y tuvieron un hijo no deseado. A medida que pasaban los días era más complicada la situación, pues contaban con escasos recursos económicos y la mujer estaba enferma. Por todo ello, se situaron enfrente de un convento de monjas de la ciudad de Salamanca, dejaron allí la cuna con el bebé y marcharon para casa.


La monja Sor Mercedes fue la primera en salir a la calle y encontrarse enfrente de un bebé llorando desconsoladamente y sin pensárselo dos veces lo refugió en el convento. Aun así, antes de tomar una decisión, debía comentarle la situación a la madre superiora, quien tras ver al niño en esas condiciones, tomó la determinación de que este viviera junto a ellas en el convento, convirtiéndose así en sus madres cuidadoras, pues de no ser así, podría caer en las manos equivocadas.


El niño, a quien llamaron Lucas, comenzó a crecer allí, feliz y querido por todas. Se pasaba los días ayudando en las labores del convento y jugando en el gran patio interior, hasta alcanzar la adolescencia, donde formuló la tan temida pregunta y surgió la curiosidad sobre su procedencia. Las monjas decidieron contarle la verdad. No obstante, temían que el chico se enfadara o entristeciera, sin embargo, eso no fue así, pues se sentía muy agradecido y valoró la gran labor que estas monjas habían realizado durante todo este tiempo.


Lucas debía marchar a estudiar, y pensó que sería una gran idea cursar un Grado de Mecánica para poder arreglar el coche que ellas tenían desde que él era pequeñito, pues sabía las condiciones del mismo y la necesidad de las monjas de arreglarlo durante muchos años, pero al no contar con el dinero suficiente nunca pudieron hacerlo.


Después de unos años y de terminar sus estudios con buenas notas, volvió al convento con la idea de ayudarles con los problemas del viejo coche, y cuando terminó, estas se dispusieron a pagarle lo correspondiente. El joven se negó rotundamente y a pesar de la insistencia de estas, el chico tuvo que recordarles quién era, pues había pasado un tiempo y estaba irreconocible. Las monjas se llenaron de ilusión y agradecimiento, pero era el joven el que debía agradecerles a ellas la buena fe que tuvieron con él.



REFLEXIÓN:

“A veces los lazos que se crean son más fuertes que con los que naciste, porque al final somos de donde nos sostienen sin soltar porque hay hogares que elegimos con el alma y personas que sin necesidad de compartir la sangre, nos regalan su amor incondicional”.



FIN

 
 
 

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06 may
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La historia de José Luis García es un blog dedicado a compartir las experiencias y vivencias de una persona real, llenas de ejemplos de superación, contadas de forma amena y cercana. Acompáñanos en este viaje lleno de emociones y aprendizaje.

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