El flautista de Oklahoma
- José Luis García
- 2 oct
- 2 Min. de lectura

La niebla estaba comenzando a bajar, el joven Andrés caminaba cabizbajo hacia su casa, reflexionando sobre su precaria situación laboral. Tenía 35 años y aún vivía con sus padres, llevaba 20 años buscando un trabajo estable sin ningún éxito. Después de un par de días pensando, recordó que su abuelo le enseñó a hacer unas flautas mágicas.
El joven comenzó a ponerse manos a la obra con la ilusión y la esperanza de que tuviera el mismo éxito o incluso más del que él pensaba. Sin embargo, cuando empezó a vender en el mercadillo de su localidad no obtuvo respuesta ninguna. La gente pasaba y miraba, pero ni una sola persona preguntó por el precio. Andrés, desesperado por la situación decidió que la mejor idea sería regalar una de ellas para que hiciera su magia y así darla a conocer entre la gente.
Al cabo de un rato, pasó un niño cerca del puesto y Andrés le dijo:
-Chico, ¿te interesa una de estas flautas mágicas?
-Sí, pero no tengo dinero para ello. –respondió
-No te preocupes, no te costará nada, yo solo quiero regalártela. ¡Que tengas un buen día!
El niño se marchó con la flauta y una vez en su casa comenzó a tocarla, observando unas melodías muy bonitas y cautivadoras. De un momento a otro, la mesa se llenó de comida, sonó el teléfono para informar que les había tocado la lotería, un familiar enfermo se recuperó…
Las cosas a partir de ahora iban a las mil maravillas, y los vecinos también observaron ese gran cambio de la familia, por lo que interesados sobre esa situación, decidieron salir a comprar la misma flauta mágica.
Para sorpresa de todos, el vendedor no había vuelto a aparecer por el mercadillo, hasta que un día un vecino lo vio caminando por la calle, y le preguntó:
-Perdona señor, he oído por ahí que usted vende flautas mágicas y estoy interesado en comprarle una. ¿Me podría decir donde se encuentra instalado?
-Disculpe, pero yo ya he dejado ese negocio, pues no me daba para comer- respondió Andrés.
-¿Me lo está diciendo enserio? ¡Todo mi vecindario está loco por comprar una de ellas!
Andrés se alegró tanto de escuchar esa noticia, que sin duda alguna no dudó en abrir el puesto para el día siguiente.
REFLEXIÓN:
“Cuando piensas que has tocado fondo, es justo el momento donde empiezas a salir”.
FIN
Comentarios