top of page
Buscar

El llanto de un espantapájaros

  • Foto del escritor: José Luis García
    José Luis García
  • 18 mar
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 18 mar


ree

Érase una vez una familia de campesinos, compuesta por un matrimonio y su hijo de doce años de edad, que dedicaban su vida a las tareas agrícolas y vivían en un campo bastante retirado del pueblo. Un día, como de costumbre, decidieron ir hasta la población para realizar las compras semanales de comida.


-Daniel, cariño, mamá y yo vamos a comprar al supermercado. Ten mucho cuidado y espéranos aquí.-

Daniel asintió con la cabeza y continúo con la lectura de su libro.


Pasaron los minutos y Daniel percibió un extraño sonido procedente del almacén que parecía un llanto. Al principio, se estremeció, pero el joven era bastante aventurero y decidió seguir investigando.

Una vez en la habitación, Daniel gritó:


-¿Pero quién eres?, ¿Y qué te pasa?


-Hola Daniel, no te asustes, yo soy….bueno era- suspiró- el espantapájaros que utilizaba tu padre, pero la vestimenta se fue deteriorando con el tiempo y fui sustituido. Desde entonces mis días son muy solitarios y aburridos. Todo ha perdido su sentido, no valgo para nada.


-No hombre, no digas eso.- respondió Daniel- Creo que yo puedo ayudarte a volver a ser como antes.


El joven, sin pensarlo dos veces, comenzó a arreglar y modificar la vestimenta de su querido nuevo amigo, hasta que escuchó el coche de los padres llegar y tuvo que volver a casa.


-Papá, he salido un rato a dar una vuelta por la huerta y he visto que el espantapájaros ya no es el mismo. ¿Qué ha pasado con el otro? –preguntó Daniel.


-Daniel, cariño, el espantapájaros era ya muy viejo, no servía para ahuyentar a las aves, le he intentado dar muchas oportunidades pero mi cultivo no prosperaba. –respondió el padre.

El hijo continuó con su plan, y viendo la negativa de su padre de no cambiar el espantapájaros, decidió de hacer desaparecer el otro, como si el viento soplando lo hubiera hecho volar.


El padre, al comprobar que no tenía ningún espantapájaros,  pensó en sacar al que un día quitó por no servir para desarrollar este trabajo. Pasaron los días, las semanas y los meses, y el cultivo mejoró considerablemente, por lo que Bartolo, tomó la decisión de que aunque pudiese recuperar al que se llevó el aire, dejaría a este.


Un día que los padres volvieron a salir a hacer otra vez las compras, el espantapájaros aprovechó para decirle al chico:


-Muchas gracias por cambiar mi vida y darme una segunda oportunidad, ahora vuelvo a ser el de antes o incluso mejor. Gracias por guardar el secreto y ayudarme a mejorar.-


Los dos, lo cogieron como de rutina, y así fue que cada vez que los padres salían a comprar al pueblo, los dos se juntaban a charlar durante horas, encontrando ambos una persona en quien confiar.



REFLEXIÓN:

“La vida nos ofrece segundas oportunidades, pero solamente depende de nosotros si sabemos aprovecharlas. No tengas miedo de empezar de nuevo, porque las segundas oportunidades pueden salir incluso mejor que las primeras”.


FIN

 
 
 

1 comentario

Obtuvo 0 de 5 estrellas.
Aún no hay calificaciones

Agrega una calificación
Invitado
18 mar
Obtuvo 5 de 5 estrellas.

¡Me encanta!

Me gusta
FOTO+PORTADA.jpg

Sobre mí

La historia de José Luis García es un blog dedicado a compartir las experiencias y vivencias de una persona real, llenas de ejemplos de superación, contadas de forma amena y cercana. Acompáñanos en este viaje lleno de emociones y aprendizaje.

Leer más

Únete a mi lista de correo

¡Gracias por tu mensaje!

© 2035 Creado por Trotamundos con Wix.com

  • Facebook
  • Instagram
  • Pinterest
  • Twitter
bottom of page