Un astronauta tomellosero
- José Luis García
- 11 mar
- 2 Min. de lectura

Hacía un tiempo que la NASA necesitaba un ciudadano voluntario para viajar a la Luna, pero nadie se atrevía a emprender ese peligroso viaje, hasta que en un remoto pueblo de La Mancha, un grupo de amigos que se encontraban jugando a las cartas en un bar, vieron ese anuncio. Uno de ellos, el más “cateto”, llamado Manolo, les dijo a sus amigos que él va a ser ese voluntario. Los amigos sin pensarlo dos veces soltaron una carcajada, pero Manolo no se dejó influir por lo que ellos opinaran y comenzó su aventura.
Teniendo en cuenta que nadie se había ofrecido, Manolo no era el candidato perfecto, pero sí el único. No tenía experiencia, ni don de palabra, ni mucha valentía, pero se encontraba frente a los jefes de la NASA y no podía rendirse.
Después de unos meses de duro entrenamiento, el joven se encontraba mucho más preparado que cuando llegó y quedando escasas semanas para emprender el viaje, Manolo fue entrevistado por un famoso canal de televisión. Sus amigos, en Tomelloso, no podían creer lo que estaban viendo, pues el joven había cambiado radicalmente, y se dieron cuenta de que era más valiente de lo que ellos pensaban. Por eso, comenzaron a apoyarle.
El día previsto llegó, y Manolo se subió a la nave espacial realizando la marcha hasta la Luna. Una vez en ella, bajó de la nave con cautela para cumplir su cometido de enviar imágenes a la Tierra. Para sorpresa de los trabajadores de la NASA, en una de las imágenes pudieron ver cómo se acercaba una especie de animal nunca visto por el ser humano.
Comenzaron a alertarse y mandaron evacuar el plan, pero Manolo no estaba dispuesto a ello. Sacó una navaja de su bolsillo y el animal comenzó a huir desesperadamente. Los trabajadores de la NASA, que habían observado aquel suceso desde la Tierra, confiaron en que ese ciudadano estaba preparado para esa misión.
Una vez que este estaba de vuelta, les mostró las piedras tan diferentes que pudo llegar a conseguir, lo que ocasionó una gran alegría, pues ahora podrían hacer una gran investigación, pero tenían una gran duda… era sobre el utensilio que había utilizado para ahuyentar al animal. Manolo, sin ningún reparo, les dijo que era un objeto que utilizaban en su pueblo para poder comer en la sartén.
Desde la NASA, le propusieron que si estaba dispuesto a realizar otros viajes a la Luna, a lo que indudablemente Manolo respondió que estaría encantado de demostrarle al mundo, que por ser de un pequeño y rural pueblo, no quería decir que no tuviera los conocimientos necesarios o un gran intelecto.
Finalmente, al llegar a su pueblo, todos sus amigos le estaban esperando con una gran pancarta en la que ponía: “Viva la madre que te parió”. Se acercaron a él para mantearlo y darle la enhorabuena por su gran valentía.
REFLEXIÓN:
“Como dice el protagonista de esta historia, no por proceder de un lugar más pequeño y humilde quiere decir que seas menos que otros o que no seas capaz de conseguir grandes cosas en la vida”
FIN
Comentarios